domingo, 23 de mayo de 2010

Qué callen a esos niños


Adoro la felicidad de los niños.
Esa alegría de vivir, la intensidad de darlo todo.
Esa valentía rígida, donde no se le da cabida al miedo.
Adoro sus juegos, la esperanza de sus días, la fe de sus anhelos.
¡Cómo lo sentí antaño!
Y los colores formaban rondas junto a nosotros
En aquellos días amaba el verano, el calor, la luz.
No como ahora que he hecho del invierno mi estación favorita.
Adoro la risa sincera de los niños, su liviandad, lo espontáneo,
La aceptación del otro, sin análisis ni juicios.
¡Cómo reía yo! ¡Cómo cantaba! ¡Cómo bailaba!
Junto a Anita, junto a Carlitos ¡Cómo reíamos!
…y como nos burlábamos de esos amargados que
Intentaban acallar nuestros juegos.
Cuantas promesas bajo el laurel para no ser como ellos.
Y el tiempo…
Maldito tiempo….
Implacable tiempo….
De pronto nos miramos en los espejos y descubrimos que ya no éramos niños.
Rostros tristes se amoldaron a nosotros y el invierno nos comenzó a gustar
¿Adónde se ha ido Anita? ¿Y Carlitos?
El verano apesta,
El sol quema demasiado,
El calor sofoca

¡ QUÉ CALLEN A ESOS NIÑOS!

4 comentarios:

Julia Hernández dijo...

Creo que a veces los espejos no nos dicen del todo la verdad, quizá no refleje el alma de niño que escondemos debajo del dolor o desamor. Bello e intenso. Un fuerte abrazo.

Gabiprog dijo...

Solo la risa de un niño contiene la mayor cantidad de felicidad que podemos sospechar... Despues vamos recolectando diferentes lastres...

Unknown dijo...

mientras tanto en este camino de imperfecciones me acuerdo a veces de jugar..

maravilloso lo que trasmiten tus letras

un abrazo
Oscar

Anónimo dijo...

Hola. Me llamo Paloma y estoy estudiando el primer año de educación preescolar. Estoy enamorada de una forma indescriptible de las actitudes y pensamientos de los niños. Que hermosa la vida de los niños, muy bello lo que escribes. Me encantó.
Saludos!