miércoles, 25 de noviembre de 2009

Paradójica la vida



Paradójica la vida que siempre me tiende una mano
y cuando sigilosa busco las deformidades de mis dolores,
ella se encarga de poner frente a mis ojos
el azul más profundo del mar.
Sí, es muy paradójica y me confunde,
haciéndome pensar ¿Para qué?
Pero a la vez me inunda y me hace acariciar mis heridas.
Y es ahí cuando me hago luz, inundándolo a él,
el ángel del demonio que habita en el centro de mi pecho
que como lava hirviente devasta mi paz.
Y entonces nos amamos, confundiendo a todo el firmamento
que no comprende , pero nos ampara, dejándome vibrar
en olas interminables de amor, de trueno, de fuego.
Porque el fuego me electrifica los sueños
y me siento más viva que nunca con ganas de apaliar esta rabia.
Y comienzo a añorar el aroma del manzano y los sonidos
dulces que emergen de la tierra con colores azules.
Paradójicamente maldita, porque cuando alcanzo
el miserable estado de alegría, me deja caer en picada,
nuevamente, a lo más profundo del infierno y cada día
duele más, mucho más, aunque ya no lo sienta,
pero se castran mis anhelos, creyendo cada vez menos
y me roba la alegría…maldita, maldita.
Y nace en mí nuevamente el deseo de matar o matarla
por blasfema, por falsa, por hacerme masticar la sangre.
¡paradójica y ladrona! Me conviertes en este manto negro,
en la sombra de los muertos, en el estiércol del suicida
y el odio me toma de los hombros, caminado junto a mí,
aborreciendo a los cínicos que hablan de bondades
¡Qué saben ellos de esta paradoja! Si no sienten
arder el mundo, desgarrarse las soledades y sólo ven
lo que sus mínimas mentes les permiten ver…
y tú, paradójica miseria, te ríes, te ríes
cada día más de mí…

martes, 24 de noviembre de 2009

Compañera



La muerte es la única que se apiada de mí.
Sépase que es a la única que le permito esa emoción.
No quiero la lástima falsa de los demás
por eso, sólo he de dejarla hablar a ella,
para que me entregue la clave para el descanso,
para mi paz.
La muerte es la única que me ofrece una esperanza.
Es mi más sincera compañera en estos grises días…

viernes, 13 de noviembre de 2009

Otoño



Todavía nos sentamos en las tardes de otoño a conversar de nosotros.
Y te regalo mis sueños, mis ilusiones con hilos de plata y mi fe.
Todavía me río de tus fantasías y me alegro cuando me miras
y bebo tus ansias, tu espíritu lleno de fuego y me estremezco.
Pero…te llamo y no respondes.
Aunque todavía vivas en mí
y llegue a mis ojos el deseo de tu boca.
Aunque me ignores y me hagas invisible .
Yo sé que aún recuerdas las tardes de otoño .
De nuestro otoño.
El tuyo.
El mío.
Y danzas en mis poemas
como las hojas de aquel otoño

sábado, 7 de noviembre de 2009

Domine, Iesu Christe, Rex gloriæ, libera animas omnium fidelium defunctorum de poenis inferni et de profundo lacu.



Hoy he muerto y mi cuerpo yace en esta sencilla mortaja.
Las vecinas del barrio me llenan de sus flores,
flores que han cortado pensando en mi recuerdo
y acompañan mis restos en un profundo silencio.
Hoy he muerto y mis manos se han rendido
Fueron durante tanto tiempo mi único sustento
Con ellas conseguía mi diario alimento
Con sencillo sacrificio que me hacía un hombre bueno.
Ya nunca más caminaré por tus calles,
ofreciendo mis servicios de humilde campesino,
quemando mis miserias en ese sol de enero
o abrigando mis soledades en aquel terrible invierno.
Mis ojos de minero se irán de vuestro lado,
cerrándose por siempre en un descanso eterno,
plácido, merecido, desean mis amigos
que no quieren olvidarse de mis cantos serenos.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Invasión



La tinta roja se extiende por la hoja,
llenando de difusas imágenes las palabras que sueño.
Un poco de tus ojos y otro poco de tu boca,
desfragmentadas se posan en este papel manchado.
No me gusta y me resisto a tener que recordarte.
No es justo conservar la imagen de quien no quiero,
pero insistes en que palpe un poco de tu ser
en este calvario eterno que atravieso para olvidarte

jueves, 5 de noviembre de 2009

Meditación 1



Lo único que se ha quedado conmigo es mi poesía.

Todo lo demás se derrumba ante mi imposibilidad de detener el caos.

Pero a veces el caos se torna bueno
porque me salva de la monotonía,

permitiéndome conocer la misteriosa concavidad de mi alma.