Paradójica la vida que siempre me tiende una mano
y cuando sigilosa busco las deformidades de mis dolores,
ella se encarga de poner frente a mis ojos
y cuando sigilosa busco las deformidades de mis dolores,
ella se encarga de poner frente a mis ojos
el azul más profundo del mar.
Sí, es muy paradójica y me confunde,
Sí, es muy paradójica y me confunde,
haciéndome pensar ¿Para qué?
Pero a la vez me inunda y me hace acariciar mis heridas.
Y es ahí cuando me hago luz, inundándolo a él,
el ángel del demonio que habita en el centro de mi pecho
que como lava hirviente devasta mi paz.
Y entonces nos amamos, confundiendo a todo el firmamento
que no comprende , pero nos ampara, dejándome vibrar
en olas interminables de amor, de trueno, de fuego.
Porque el fuego me electrifica los sueños
y me siento más viva que nunca con ganas de apaliar esta rabia.
Y comienzo a añorar el aroma del manzano y los sonidos
dulces que emergen de la tierra con colores azules.
Paradójicamente maldita, porque cuando alcanzo
el miserable estado de alegría, me deja caer en picada,
nuevamente, a lo más profundo del infierno y cada día
duele más, mucho más, aunque ya no lo sienta,
pero se castran mis anhelos, creyendo cada vez menos
y me roba la alegría…maldita, maldita.
Y nace en mí nuevamente el deseo de matar o matarla
por blasfema, por falsa, por hacerme masticar la sangre.
¡paradójica y ladrona! Me conviertes en este manto negro,
en la sombra de los muertos, en el estiércol del suicida
y el odio me toma de los hombros, caminado junto a mí,
aborreciendo a los cínicos que hablan de bondades
¡Qué saben ellos de esta paradoja! Si no sienten
arder el mundo, desgarrarse las soledades y sólo ven
lo que sus mínimas mentes les permiten ver…
y tú, paradójica miseria, te ríes, te ríes
cada día más de mí…
Pero a la vez me inunda y me hace acariciar mis heridas.
Y es ahí cuando me hago luz, inundándolo a él,
el ángel del demonio que habita en el centro de mi pecho
que como lava hirviente devasta mi paz.
Y entonces nos amamos, confundiendo a todo el firmamento
que no comprende , pero nos ampara, dejándome vibrar
en olas interminables de amor, de trueno, de fuego.
Porque el fuego me electrifica los sueños
y me siento más viva que nunca con ganas de apaliar esta rabia.
Y comienzo a añorar el aroma del manzano y los sonidos
dulces que emergen de la tierra con colores azules.
Paradójicamente maldita, porque cuando alcanzo
el miserable estado de alegría, me deja caer en picada,
nuevamente, a lo más profundo del infierno y cada día
duele más, mucho más, aunque ya no lo sienta,
pero se castran mis anhelos, creyendo cada vez menos
y me roba la alegría…maldita, maldita.
Y nace en mí nuevamente el deseo de matar o matarla
por blasfema, por falsa, por hacerme masticar la sangre.
¡paradójica y ladrona! Me conviertes en este manto negro,
en la sombra de los muertos, en el estiércol del suicida
y el odio me toma de los hombros, caminado junto a mí,
aborreciendo a los cínicos que hablan de bondades
¡Qué saben ellos de esta paradoja! Si no sienten
arder el mundo, desgarrarse las soledades y sólo ven
lo que sus mínimas mentes les permiten ver…
y tú, paradójica miseria, te ríes, te ríes
cada día más de mí…