sábado, 6 de noviembre de 2010

Desde el paraíso artificial 1



¿Cómo he de abandonar los paraísos artificiales?
Dímelo tú, que caminas libre de la fatiga de esta vida,
Radiante, sin espejismos y feliz.
A mí me aplasta este amor tan tristemente perdido
Y la amarga esperanza de sentir algún día su corazón.
Entonces, amigo mío, me interno es los paraísos para anestesiar mi sentir
Y así reír con ganas de mí, posiblemente para que no me dé por llorar.
Pero luego retorno del jolgorio, llena de cansancios, de más ganas de morir
Miro el reloj, cuento las horas y me doy cuenta que sigo en el mes de abril,
Donde nacen mis inventos, mis mentiras, todos mis cuentos…
Y de nuevo vuelvo a estos paraísos artificiales, donde tú siempre me acompañas,
Trepando los cerros, perdiéndonos en los recovecos de la oscuridad sin salidas.
Palpando el miserable barro de una tierra árida, sucia y llena de dolores.